La Naranja Mecánica - Anthony Burgess

Corría el 1962,  cuando el británico Anthony Burgess ideó una perturbadora distopía que habría de catapultarle y guardarle un pequeño hueco para la posteridad en el mundo de las letras.
La afamada y celebérrima novela de amalgama por nombre se convirtió en todo un icono cultural prevaleciente hasta nuestros días, gracias en parte, a la homónima adaptación llevada a cabo por Stanley Kubrick en 1971 para la gran pantalla.
En contraste con la ecuanimidad del público y la crítica, Burgess nunca quedó complacido con dicha versión, y nunca lo ocultó.
Y es que, a diferencia de la edición europea, la publicación de la novela en territorio americano, que a su vez fue con la que Kubrick decidió trabajar, trajo consigo una "sorpresa" en forma de supresión del capítulo final.
Sea como fuere, película y libro alcanzaron el estatus de obras de culto, etiquetas que incluso el paso del tiempo ha contribuido a engrandecer su ya de por sí alargada sombra.


La Naranja Mecánica propone una decadente sociedad, indiferente al individuo y su sufrimiento, ahogada y saturada por la violencia que subyace en cada una de sus calles y se transpira en cada uno de sus poros, incapaz de atajar el problema; con un sistema penitenciario colapsado y unas fuerzas del estado ineficaces y corruptas que propician que las urbes sean tomadas por toda clase de delincuentes y bandas.
Alex, protagonista principal de la historia y líder de una de dichas cuadrillas, nos cuenta su historia mediante una narración intradiegética o en primera persona.
 Burgess divide esta corta pero intensa novela en tres partes bien diferenciadas:
El día a día de esa convulsa sociedad vista y descrita a través de los ojos y las acciones del protagonista y sus "drugos", el cuestionable y perturbador método de tratamiento para la reinserción en ella y por último, los sucesos de su reinserción en una evidente clave de justicia poética para con el protagonista.

Uno de los elementos más conocidos y controvertidos de la novela es como aborda el siempre espinoso tema de la violencia, bien es cierto que tras más de cincuenta años desde su publicación, la novela ha perdido parte de su capacidad para impactar en el lector, máxime en estos días de insensibilidad y tecnología (léase internet), pero eso no impide a Burgess construir y relatar situaciones descarnadas e hirientes, que sin ser explícitas en detalles sí que invitan a la reflexión por parte del lector por lo desasogantes que pueden llegar a resultar.
Para potenciar la inmersión en la decrépita civilización planteada, el autor se sirvió de su sobresaliente dominio de lenguas, para, en una estrambótica combinación de ruso e inglés, crear un argot propio (Nadsat) presente en la narración del relato.
Dicho argot, inunda cada una de las páginas a lo largo de toda la novela resultando totalmente imprescindible el adquirir una versión con un glosario para su plena comprensión y disfrute.
La novela se devora rápidamente ya que el desarrollo de los acontecimientos (en especial en las dos primeras partes del libro) resultan muy interesantes y no dan respiro, y aunque no se tarda mucho en aprender los vocablos más importantes del argot, la inmensa profusión de estos a lo largo de toda la narración puede resultar un hándicap para determinados lectores.
Personalmente os recomendaría la edición de Minotauro, quizás la editorial a la vanguardia de publicaciones de ciencia ficción en nuestro país y que más mimo pone en ellas.
Encontrareis un utilísimo e imprescindible glosario y un interesantísimo prefacio del ya fallecido escritor sobre la concepción del libro, su polémica con las ediciones europeas y americanas, así como otras anécdotas y pareceres del autor como pueda ser, por ejemplo, el significado del misterioso título de este clásico.

La Naranja Mecánica quizás no sea una obra maestra con todas las connotaciones que una etiqueta así conlleva, pero sí que resulta sin lugar a dudas un clásico de la ciencia-ficción y las novelas distópicas, codeada con aquellas concebidas por Bradbury, Huxley u Orwell, por citar algunos ejemplos.
Un relato ágil, satisfactorio en su lectura y que sin duda llevará a la reflexión sobre ciertos aspectos, que aún se encuentran vigentes en la sociedad.
Un clásico que todo el mundo debería descubrir.

Quizás te interese:

Relatos del Antimundo - George Langelaan

Metro 2033 (Dmitry Glukhovsky) 

2 comentarios:

  1. Sigo felicitandote, esta vez por la eleccion de los libros expuestos para su comentario.Su claridad,descripcion y desarrollo, nos sumerge en la obra comentada, llegando a sentirnos una parte de esos protagonistas.
    Gracias por estos momentos, un saludo.

    ResponderEliminar