Limpieza de Sangre - Arturo Pérez-Reverte

El buen debut que supuso aquella primera entrega, cuya reseña podéis leer aquí mismo, debió dejar a Reverte con ganas de más, o simplemente que este atisbara el potencial de un personaje como Don Diego Alatriste en un marco tan incomparable como la España del siglo XVII, aquella en las postrimerías del esplendor del imperio.
Sea como fuere, al año siguiente apareció Limpieza de sangre, segunda parte de una saga que se volvería una constante en la obra del escritor murciano desde entonces.

Esta continuación arranca cuando Don Francisco de Quevedo, secundario de lujo para esta saga, se encomienda a su gran amigo Alatriste para que atienda un asunto muy particular.
Y este no es otro que la petición de un padre, quien en compañía de sus dos hijos, ruega por la ayuda del capitán para rescatar a su hija, recluida esta en un convento donde se sospecha, el padre confesor abusa de las novicias.
Sin embargo, la inquietud del capitán a la hora de aceptar el "favor" demandado por su amigo Quevedo, no es tanto el hecho de asaltar una institución religiosa como el incumplimiento por parte de padre e hijos de la monja en apuros que da título a la historia. Los estatutos de limpieza de sangre.

Esta segunda novela, continuista con su predecesora, aborda al lector con un comienzo muy dinámico al que contribuye el hecho de que uno ya este familiarizado con los personajes, lo cual permite a Reverte imprimir un ritmo más raudo en el desarrollo de los acontecimientos sin dar un momento de respiro.
Hay que destacar que los personajes secundarios anteriormente bosquejados en su predecesora, empiezan a definirse y a ganar peso de cara a las sucesivas entregas.
Mención especial a los magníficos antagonistas que empiezan a recoger parte del peso de la obra y convierten sus apariciones en los momentos más interesantes bien sea por el carisma que destilan, o por las situaciones que provocan, transformándose estos en unos magníficos villanos que sirven de contrapunto al innegable atractivo del antihéroe creado por el escritor.

Y no se puede hablar de esta saga, sin mencionar la palabra escrita de Reverte.
El autor, sin hacer una incisión demasiada profunda en la profusión de descripciones, algo muy común en la novela histórica (si bien esta serie no se enmarca en el género más "puro"), encuentra el equilibrio perfecto entre dinamismo y la concisión para transportarnos impecablemente a une época tan remota como decadentemente hipnótica.

Arturo Pérez-Reverte
Ahora bien, a diferencia de su precursora, los acontecimientos narrados en Limpieza de sangre tienen su estructura en dos líneas narrativas paralelas, otorgando un capítulo para cada una de ellas a lo largo de buena parte de la obra.
Esta disposición narrativa, en mi opinión, acaba por resultar en un hándicap, pues acabo encontrando que una de las líneas argumentales (esa relacionada con las cárceles toledanas) resulta un tanto descafeinada.
¿Por qué descafeinada?
Porque los acontecimientos que en ella van a producirse se entrevén en una primera instancia desde la perspectiva del leyente como el pilar central de una irresistible e interesante mirada a las acciones más oscuras de la iglesia y estado español, y que sin embargo, dicha expectativa acaba por diluirse a lo largo de las páginas al ser abordada de una manera poco más que anecdótica y que será poco recordada por el lector, a excepción del tramo final, que es sin duda el plato fuerte de esta historia.

Como admirador del trabajo del escritor, en especial de sus primeros años, (he de confesar que a excepción de sus artículos no he tocado sus novelas de los últimos diez años) he de decir que todas las virtudes que le caracterizan siguen indelebles en este libro.
Limpieza de sangre es una novela de aventuras sólida y bien escrita.
La recreación del siglo XVII sin ser especialmente pródiga, tiene esa aura que consigue transportarnos para hacernos acreedores de la política, los personajes y la idiosincrasia de entonces, a pesar de lo forzado que en ocasiones encuentro la inclusión de sonetos, octavillas y derivados.
La narrativa del murciano está en plena forma, y hace gala de esa seducción que nos obliga a devorar hoja tras hoja.
Ahora bien, no es menos cierto que este ejemplar peque en exceso de ser continuista, los secundarios ganan muchos enteros sí, pero Limpieza de sangre resulta en ocasiones un tanto "vacía" en su tramo central, quizás preparándose en exceso para el clímax de un cierre muy en la línea de su predecesor, objetivo que consigue sin ninguna duda, pero incapaz de eliminar ese regusto agridulce que ocasiona el hecho de advertir que se podía haber exprimido esta historia mucho más.

Aun así, esta nueva aventura está a la altura de lo consignado en el pasado y como ocurría con su antecesora, resulta una lectura fresca, entretenida y referente de las letras españolas en el género de la histórica de aventuras.
Si te gusto El capitán Alatriste, no dudes en hacerte con su continuación, si por contra, esta saga te es desconocida, dale una oportunidad.
No te defraudará.


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